Muchas veces hacemos del pasado un pesado fardo que llevamos a cuestas, constituyéndose en una excelente excusa para seguir acarreando actitudes inefectivas que atentan contra nuestro bienestar. Aprovechamos el pasado para justificarnos y evitar romper con él, pues sentimos miedo de ensayar nuevas actitudes.​Decía la poetisa venezolana María Inmaculada Barrios en su hermoso libro: “Materia Incierta”, en el encuentro de una terapeuta con su paciente:
– Estás atado con sogas de miedo– ¿Miedo a qué? – Responde él
– A qué se rompa tu historia​

Pero, ¿Qué es el pasado?

El pasado no es más que la explicación de por qué estamos donde estamos, pero para nada estamos adheridos a él en este preciso momento. El pasado nos trae hasta este instante, nos viene llevando en una dirección, pero solo en este momento podemos romper con su inercia y dar justamente este paso en otro sentido, pues tenemos en cada instante la capacidad de romper con él si afrontamos en el hoy la posibilidad hacer las cosas de otro modo. El pasado explica, mas no determina.​De este modo es mucho más útil el preguntarnos “¿Para qué hago esto? o ¿Cómo hago esto?”, que “¿Por qué hago esto?”. El “Por qué” nos lleva al pasado, nos transporta a un ejercicio arqueológico de desentrañar asuntos cubiertos por el polvo del tiempo con la esperanza de encontrar un vestigio que nos apoye y justifique sobre el por qué lo hacemos, mientras que el “Para qué” nos lleva a mirar hacia delante, a buscar la ganancia evidente o, en la mayoría de los casos, escondida que nos lleva a sostener una actitud.​

Preguntarnos por ejemplo: “¿Por qué fumo?”, nos puede llevar a investigar desde un gen asociado al consumo de cigarrillos, hasta una coartada del tipo: “mi papá fumaba, mi mamá fumaba” y listo, eso explica el por qué fumamos, pero no nos brinda solución. Sin embargo, cuando nos preguntamos “Para qué fumo”, puedo descubrir que lo hago para sentirme adulto, y quizá con ello pueda actualizar y desmontar el andamiaje que algún día elaboré y que me llevó a fumar, ubicando modos más sanos y beneficiosos de sentirme adulto, como por ejemplo, demostrándome la fortaleza que poseo de dejar atrás un vicio que me hace daño, o también, dejando a un lado la necesidad de demostrarle a los demás que soy adulto. Total, si lo somos, no tengo porque demostrarlo.​Y si bien es cierto que no puedes cambiar el pasado, no es menos cierto que en el presente tienes todas las posibilidades de hacer las cosas diferentes, de brindarte una oportunidad para dejar justamente atrás, en ese lugar etéreo que llamamos pasado, las prácticas y costumbres que hoy día no te producen ganancia.​Puede ser que lleves fumando una caja de cigarrillos diaria por 20 años y eso explique las manchas en tu pulmón, pero esos casi 150 mil cigarrillos que te has fumado, equivalente a un rollito de tabaco de 10,22 kilómetros de longitud (sin los filtros), no son los que te llevan a prender un nuevo cigarrillo en este instante, pues en este preciso momento tienes todo el poder del Universo para hacer las cosas diferentes, para cambiar de ruta hacia un espacio de mayor bienestar.​

​El Pasado como excusa

Muchas veces, propios y extraños nos leen a la luz del pasado, buscando la explicación en el ayer de lo que hacemos hoy, pero eso no necesariamente tenga que ser, pues como antes dije, nada nos obliga a seguir haciendo lo que nos hace daño, de modo que no caigas en la tentación de fabricarte una excusa para seguir allí haciendo lo que no te agrada, lo que no te beneficia, cuando sabes perfectamente que puedes romper con esa práctica y abrirte a un momento nuevo y distinto.​Decía Fritz Perls, padre de la psicoterapia Gestalt: “Yo soy lo que soy”. Parecen tan obvias esas palabras que hasta aparentan rayar en lo absurdo, pero en realidad son demasiado sabias: “Yo soy lo que soy” significa, que “No soy lo que fui”, “No soy lo que seré”, “No soy lo que el otro desea que yo sea”, “No soy el que quisiera ser”, simplemente, “Yo soy lo que soy” en este momento presente y tengo todas las posibilidades en este instante para romper con las cosas que no me satisfacen, de manera de brindarme así un futuro nuevo que construyo desde el ahora.

¿Qué hacer con el regalo de El Presente?

​¿Estás en una relación que no te satisface?, ¿Tienes sobre peso?, ¿No comes sano?, ¿No te gusta tu trabajo?, ¿No haces ejercicio?, ¿Sigues posponiendo ese hobby que deseas tanto hacer?, ¿No le has expresado a un ser querido cuanto lo aprecias?, etc, etc, etc… No son más que ejemplos de cosas que sabes podrías empezar a hacer en este momento, para lo cual te recomiendo, y ya como un tecnicismo, que busques sobre cada una de ellas, cuál es la primera acción que debes acometer para enrumbarte hacia el logro de ese objetivo. Piensa en ello y hazlo, sólo hazlo, como dice ese espectacular slogan de Nike: “Just do it”, pero sin ponerte excusas, sin posponerlo. Hasta el hábito de posponer puede ser roto para brindarte con ello infinitas posibilidades, y también toma en cuenta lo que dice Facundo Cabral. “…no digas que no puedes ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.”​Si con estas letras logro inspirar a tan solo un ser humano a que rompa con ese pasado que no existe, para brindarse una nueva oportunidad en este preciso instante, entonces me sentiré más que complacido.Y para cerrar, aquí les dejo un par de hermosos escritos de Virgina Satir

Mi Pasado:

​Funcionamos en el presente por lo que hemos aprendido en el pasado. Como experiencia, entonces, es una fuerza poderosa: Sin embargo, nada hay tan falso como la creencia de que no podamos modificar nuestro presente o nuestro futuro. Parece ser que muchos actuamos en la creencia de que si durante los últimos treinta años nos hemos estado golpeando la cabeza contra la pared, así continuará ocurriendo el resto de nuestras vidas -que ese es nuestro destino, para decirlo de otra manera. Es natural que practiquemos lo que nos es habitual y que sigamos haciéndolo si no hemos aprendido algo más que golpearnos la cabeza contra la pared. La repetición de determinadas conducta sólo significa que no tenemos algo nuevo en nuestra bolsa de recursos. Cierto, en algunos casos lo que hemos aprendido funciona bien. No hay que cambiar. Cierto también es que en otros, funciona muy mal, por lo que el cambio no sólo es deseable sino necesario. La verdad es que podemos aprender algo nuevo cada vez que desarrollamos la capacidad de hacerlo.​Nuestro cuerpo y nuestra mente están equipados para eso si sabemos utilizarlos. Si cambiamos nuestra manera de actuar, los resultados serán diferentes. Se me ocurre una pregunta que bien vale la pena intentar responder: Mi pasado, ¿ilumina o contamina mi presente?

Vivir tus Sueños:

​Eres hijo del universo, beneficiario de todo lo que éste te ofrece. Ve ahora al sitio en el fondo dentro de ti mismo donde se encuentran ese tesoro conocido por tu nombre. Piensa en todo aquello que aún necesitas, y permítete adquirirlo. Los sueños y los deseos van unidos. Utiliza tu poder interior para alcanzarlos. Otórgale la capacidad de quitarte el miedo que da asumir cualquier riesgo. Transfiérele tu voluntad de luchar, de entrar en cosas nuevas, de inventar y lograr lo que necesitas. Tienes el poder de ir más allá de lo que te tienes prohibido, de ver nuevos lugares. Viaja hondo dentro de ti mismo.​Los recursos del universo los tienes todos. Puedes pensar, oler, ver, oír, sentir, moverte, escoger. Escoger lo que necesitas – dejar pasar lo que alguna vez fue importante para ti y ya no encuentra lugar. “Eres capaz, apto, vales. Puedes hacer lo que te propongas. Tu poder interior es tuyo para el resto de tu vida, para que lo uses como quieras. Date la oportunidad de aceptar la realidad. Date permiso también de quedarte solo con lo que puedas asimilar.​No te preocupes por ser selectivo. No es necesario sentirse mal por abandonar aquello que sencillamente no es para ti. Tener conciencia de esto es una manera de amar y amarnos a nosotros mismo.